El Arte de Recibir: Seis Claves para ser Una Buena Anfitriona en estas Fiestas.
- Mónica Pino
- hace 4 días
- 2 Min. de lectura
La temporada de celebraciones está aquí
Las fiestas nos invitan a abrir nuestras puertas, reunir a quienes queremos y compartir momentos. Ser buena anfitriona no se trata solo de preparar una mesa bonita o un menú impecable, sino de algo más esencial: hacer que los demás se sientan bienvenidos y especiales. Es este último aspecto el que, por encima de todo lo demás, importará más a los invitados y es lo que más recordarán de su visita a tu casa y lo que les hará querer regresar.

Veamos las seis claves que te ayudarán a ser una anfitriona impecable
Recibe con calidez.
La hospitalidad comienza antes de que suene el timbre. Un aroma agradable, una luz suave o una copa servida son gestos que transmiten atención. La anfitriona marca el tono del encuentro: si tú estás relajada y sonriente, tus invitados también lo estarán.
Cuida los detalles que no se ven.
El verdadero protocolo está en los gestos discretos: tener un lugar donde dejar los abrigos, ofrecer bebidas para todos los gustos o asegurarte de que la temperatura del espacio sea la adecuada. Anticiparse a las necesidades sin que el invitado lo perciba es el sello de una anfitriona experta.
Planifica, pero deja espacio a la espontaneidad.
Ten un plan general —cóctel, cena, brindis, sobremesa—, pero permite que el ambiente fluya. A veces, las mejores conversaciones surgen cuando los horarios se olvidan. No impongas tu cronograma si es que no se está cumpliendo, pero está funcionando.
Crea atmósfera.
La música, la iluminación y la disposición del espacio son tus grandes aliados. Una lista de reproducción que evolucione con la noche, luces cálidas y velas en puntos estratégicos bastan para crear una energía acogedora y elegante.
Disfruta de tu propio evento.
Una anfitriona tranquila es una anfitriona brillante. Prepara con antelación, delega tareas y guarda unos minutos antes de recibir para respirar y reconectar con el propósito de la reunión: celebrar. Tu serenidad es el mejor adorno de la mesa.
Despide con un gesto memorable.
Un pequeño detalle al final —una nota de agradecimiento, una flor, una galleta casera— convierte la despedida en un momento dulce. La hospitalidad se recuerda por cómo nos hacen sentir.
Ser anfitriona no es buscar la perfección, sino crear un ambiente donde todos se sientan bienvenidos. Al final, el verdadero protocolo es el arte de cuidar sin que se note.



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